“Un hombre que había descubierto el modo de entender el lenguaje de los animales, caminaba un día por la calle de una aldea. Vio un asno, que acababa de rebuznar; a su lado se hallaba un perro, ladrando con todas sus fuerzas.
A medida que se acercaba, fue interpretando el significado de este intercambio.
Toda esta charla sobre hierbas y pastos, cuando estoy esperando que digas algo sobre conejos y huesos, me aburre, dijo el perro.
El hombre no pudo contenerse. Existe, sin embargo, un hecho central: el uso del heno, que cumple la misma función que la carne, objeto.
Inmediatamente los dos animales se volvieron contra él. El perro ladro fieramente para ahogar sus palabras; y el burro con un bien asestado golpe de sus patas traseras, lo dejó inconsciente.
Luego volvieron a su discusión.”